Un llamado a la sociedad en general a la denuncia, al rechazo y a la solidaridad con las mujeres víctimas y sus familias, pues es el momento de entender que los feminicidios no son “crímenes pasionales” sino muertes evitables,hizo el Movimiento de Mujeres del Huila en Neiva.
Redacción
«La ciudadanía huilense luchará para que los asesinatos de mujeres no queden impunes». Así lo afirma en un pronunciamiento público el Movimiento de Mujeres del Huila en Neiva. A continuación su declaración: “En lo corrido del año, en el departamento del Huila, ya van dos feminicidios: las víctimas fueron Lina Carabalí Covaleda de 26 años y Diana Patricia Jojoa de 31 años. Estas dos mujeres junto con las asesinadas por sus parejas o exparejas en años pasados, reflejan el poder que todavía hoy tienen los hombres sobre los cuerpos y la vida de las mujeres.
El asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres es un delito autónomo en nuestro país y en el mundo gracias a los movimientos de mujeres y su incidencia política. En Colombia, mediante la Ley 1761 del 2015 o Ley Rosa Elvira Cely, se buscan hacer visibles ante los aparatos de la Justicia las mujeres que en nuestro país son asesinadas por personas en quienes depositan su confianza, con quienes establecen relaciones cercanas y quienes han ejercicido violencia en su contra buscando dominar sus decisiones vitales y su autonomía.
Es decir, ser mujeres nos expone a ser víctimas de este tipo de violencias, lo cual a su vez es la manifestación más fehaciente del poder que aún tienen dentro de la estructura patriarcal los hombres sobre nosotras y de cómo muchos de los que dicen amarnos, se constituyen en un riesgo para nuestra salud y nuestras vidas. ¿Cuáles son las razones que dan estos agresores? “No podía sobrevivir sin ella”, “La maté porque la amaba”, “Sino es mía no es de nadie”, argumentos que muestran de manera clara que venimos entendiendo y experimentando el amor como una atadura que nos convierte en propiedad del otro, como si firmáramos un contrato de exclusividad y abnegación, sin poder siquiera decidir si queremos continuar o no una relación con alguien con quien con no nos sentimos bien, bien sea porque le tenemos miedo a su reacción o porque repetitivamente nos maltrata, grita, empuja o chantajea.
Pero no solamente son nuestras parejas o exparejas quienes nos matan, también lo hace la justicia colombiana, pues al 2017 se presentaba un 96% de impunidad en los delitos de violencia sexual e intrafamiliar contra las mujeres. La justicia no solamente no opera, también vulnera los derechos de las mujeres que acuden a ella, no es un secreto para nadie que a muchas les han dicho cosas como: “¿usted cómo iba vestida?”, “¿qué hacía caminando sola?”, “mamita, es mejor que retire la denuncia, no hay pruebas suficientes”, “la ropa sucia se lava en casa”, “es mejor que lo perdone, cuando hay amor todo se puede”, “concilie, él es buen papá”, estas afirmaciones nos conciben a las mujeres como culpables de las agresiones que recibimos y nos dejan en un estado de desprotección al obligarnos a enfrentar esta situación en el ámbito privado.
La recurrencia de estas prácticas demuestra que las mujeres estamos frente a un sistema judicial que no ha reconocido su responsabilidad frente a los asesinatos de mujeres que diariamente suceden en Colombia. Un sistema que, a su vez, no plantea estrategias eficaces que permitan el acceso de todas las mujeres a la denuncia, a garantizar sus requerimientos en términos de protección, así como a sancionar de manera ejemplar los casos.
Para que Leyes como la de Rosa Elvira Cely o la Ley 1257 del 2008 no sean letra muerta, es también deber del aparato judicial garantizar que sus funcionarios y funcionarias tengan una formación con perspectiva de género, que les evite caer en la revictimización de las mujeres, y les permita entender que en muchas ocasiones, las potenciales víctimas de feminicidio conviven, duermen y están a la merced de su agresor, por lo cual cada segundo es preciado y en sus acciones u omisiones, también está la responsabilidad sobre estas vidas.
Igualmente, hacemos un llamado a la sociedad en general a la denuncia, al rechazo y a la solidaridad con las víctimas y sus familias. Es momento de entender que los feminicidios no son “crímenes pasionales” sino muertes evitables, que no son hechos aislados, sino que hacen parte de la violencia estructural e histórica que desde siempre se ha ejercido contra la vida y el cuerpo de las mujeres y las niñas.
A Lina y Diana, así como a Deisy, Gina, Miriam, Lucy, Angélica, María, Cindy, Yireth, Leidy, Gisela, y todas las demás que no alcanzamos a nombrar y cuya vida les fue arrebatada en años anteriores por culpa de la violencia machista, sepan que la ciudadanía huilense luchará para que sus asesinatos no queden impunes. Sus ausencias nos duelen, pero nos instan a seguir luchando y a hacernos más fuertes para gritar hasta el día que cesen las violencia:¡NOS QUEREMOS VIVAS! ¡NOS QUEREMOS FUERTES»
foto /lasillarotarm.blob
Fecha: 25 enero, 2018
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