Por. Magister ELIMELETH PEREA MOSQUERA

En el contexto social que hoy vivimos en nuestro país, debido al sistema organizativo y a la vez administrativo de las diferentes regiones geográficas de Colombia, como es el caso del departamento del Huila, en donde de una manera pluralista y significativa tuvimos todos los colombianos la gran oportunidad de elegir al poder legislativo, representado en este sentido como es el Senado de la República, donde se organizan las verdaderas leyes del Estado, pero a la vez es el recinto donde se realizan los debates para los proyectos significativos de cada rincón de nuestro país. Pero hoy el Huila marca un hecho histórico, nunca pensado, como es el de no tener un senador que lo represente dignamente. En este sentido no existe la pertenencia debida en el orden político, lo cual hace que se tenga que pedirles el favor a los buenos vecinos, porque de manera directa no lo podemos hacer, toca rogarle a los otros. Pero, ¿por qué el Huila no tiene un senador que lo represente?. Miles respuestas pueden existir, pero creo que una de ellas es la falta de unidad y de liderazgo político entre las personas que lo han representado, pero sobre todo creo yo que es la falta del perdón entre las personas, un gran mensaje impartido por el Santo Padre Francisco en su homilía del Domingo de Ramos, invitándonos a saber perdonar o mejor dicho, a practicar y vivir con el perdón, elemento axiológico que nos ayuda a darle ejemplo a nuestros jóvenes, que hoy lo necesitan inmensamente para su formación y vida personal.

Dentro de todos los sistemas organizativos que tiene el Huila hoy, nos toca acudir a los elegidos para la Cámara de Representantes, sin importar su color o grupo político que lo represente. Esta persona debe saber obrar con mucha pertenencia por el bienestar común de nuestra comunidad, mirando las cuatro esferas por las cuales gira el mundo, según el filósofo Empédocles, quien nos manifestaba sobre el agua, el aire, el fuego y la tierra. En el Huila son sus cuatro cabeceras municipales, en el norte Neiva, en el centro Garzón, en el occidente la Plata y en el sur Pitalito, regiones muy significativas y valorativas para el bienestar social de todas las personas, porque los huilenses son personas de bien, proyectadas hacia un verdadero bienestar, creo yo, que hoy solo le hace falta, el de tener gallardía y buena pertenencia social para salir adelante y poder tener un buen desarrollo social en todos sus aspectos organizativos dentro de una administración de impacto, que nos ayude a salir adelante. Para lograr esto debemos tener una unión ideológica y pluralista, que nos pueda saber pensar, para tener buenos alcaldes y gobernador, según su zona territorial, pero sabiendo votar a conciencia, más no por sentimientos o amiguismos, que es una política de fracaso.

El filosofo estagirita nos dice sabiamente que cuando se estudia la naturaleza particular de las diversas clases de gobiernos, la primera cuestión que ocurre es saber qué se entiende por Estado. En el lenguaje común esta palabra es muy equívoca, y el acto que, según unos, emana del Estado, otros le consideran como el acto de una minoría oligárquica o de un tirano. Sin embargo, el político y el legislador no tienen en cuenta otra cosa que el Estado en todos sus trabajos; y el gobierno no es más que cierta organización impuesta a todos los miembros del Estado. Pero siendo el Estado, así como cualquier otro sistema completo y formado de muchas partes, un agregado de elementos, es absolutamente imprescindible indagar, ante todo, qué es el ciudadano, puesto que los ciudadanos en más o menos número son los elementos mismos del Estado. Y así sepamos en primer lugar a quién puede darse el nombre de ciudadano y qué es lo que quiere decir, cuestión controvertida muchas veces y sobre la que las opiniones no son unánimes, teniéndose por ciudadano en la democracia uno que muchas veces no lo es en un Estado oligárquico. Descartaremos de la discusión a aquellos ciudadanos que lo son sólo en virtud de un título accidental, como los que se declaran tales por medio de un decreto. No depende sólo del domicilio el ser ciudadano, porque aquél lo mismo pertenece a los extranjeros domiciliados y a los esclavos. Tampoco es uno ciudadano por el simple derecho de presentarse ante los tribunales como demandante o como demandado, porque este derecho puede ser conferido por un mero tratado de comercio. El domicilio y el derecho de entablar una acción jurídica pueden, por tanto, tenerlos las personas que no son ciudadanos. Pero en el Huila ya existen acciones judiciales que faltan por definir por parte de la justicia social y legal. A lo más, lo que se hace en algunos Estados es limitar el goce de este derecho respecto de los domiciliados, obligándolos a prestar caución, poniendo así una restricción al derecho que se les concede. Los jóvenes que no han llegado aún a la edad de la inscripción cívica, y los ancianos que han sido ya borrados de ella se encuentran en una posición casi análoga: unos y otros son, ciertamente, ciudadanos, pero no se les puede dar este título en absoluto, debiendo añadirse, respecto de los primeros, que son ciudadanos incompletos, y respecto de los segundos, que son ciudadanos jubilados. Empléese, si se quiere, cualquier otra expresión; las palabras importan poco, puesto que se concibe sin dificultad cuál es mi pensamiento. Lo que trato de encontrar es la idea absoluta del ciudadano, exenta de todas las imperfecciones que acabamos de señalar. Respecto a los ciudadanos declarados infames y a los desterrados, ocurren las mismas dificultades y procede la misma solución.

Por lo tanto la buena esperanza de Pandora está en los jóvenes limpios y honestos que han demostrado una buena participación en el orden político, ellos si salvan al Huila.

elipe99@yahoo.esG


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