Es el momento de sentirnos orgullosos de la radio comunitaria y de buscar por medio de ella la formación académica general. Momentos de regresar a la Comunicación que nos hace verdaderamente individuos de una sociedad. Regresar al antepasado que nos instruyó como estructura y forma social.

Por: Edwin Tamayo Peña
Las emisoras más potentes del país existieron hace un par de años, potentes en forma y utilidad. Las que conocemos hoy con tal categoría no son otra cosa que gruñidos comerciales sin ninguna otra intención que el aplazamiento cultural, la desinformación y el adiestramiento de radioescuchas para fines únicamente particulares y lejos de todo raciocinio.
Regresando el casete que conserva un bolero antiguo, aún cubierto por ese polvo balsámico, por el asombro de la voz que nace del radio y se forma cuerpo en cada hogar colombiano, se llegan a tiempos violentos, colores sin sentido, campos humildes; rezagados y abandonados.
Los ojos del padre José Joaquín Salcedo son dignos de todo elogio y comprensión de la época, no solo vieron la crisis campesina azotada por la violencia a mediados del siglo XX, sino que proyectaron una revolución educativa con un pequeño aparato que existía y existe en cada hogar campesino, la radio. José Joaquín diseñó la estrategia que revolucionó todo el campo sobre aquella Cordillera Oriental que abraza el sur del departamento de Boyacá e hizo historia el nombre del municipio de Sutatenza.
El padre llega a la parroquia de Sutatenza a finales de agosto de 1947, épocas de crudo invierno, bordeadas por el hilo y frio histórico de Boyacá, tierra de zaques y centros político-religiosos del gran imperio Muisca, próceres de la historia de la independencia y luchas constantes por la defensa del territorio. En el mes de octubre del mismo año se difunde lo que seria el primer programa radial y cultural del territorio, un espacio orbitado por el talento campesino y la música boyacense. La emisora que comenzaba a gestarse como motor de desarrollo fue ayudada a estructurar por el hermano del padre José Joaquín, un sacerdote jesuita de nombre Antonio José Salcedo.
La Acción Cultural Popular (ACPO), entidad de esencia católica y cuyo único interés fue la disminución del analfabetismo, mejorar la calidad de vida rural y urbana, a través, del primer sistema de educación virtual y a distancia registrado en la historia de nuestro país. Radio Sutatenza fue un referente de educación y proyectó un modelo que fue referente para muchas emisoras de la extensión Latinoamericana, por ejemplo: Instituto de Cultura Popular (INCUPO) en la Argentina, La Asociación Cultural Loyola (ACLO) en Bolivia y las Escuelas Radiofónicas en Nicaragua.
Antes de la crisis económica, religiosa y política, la ACPO trabajó en conjunto con el Gobierno Nacional para la implementación general del modelo educativo que ya daba mucho que decir en el territorio Sutatenzano, entre las principales instituciones se encontraban: Departamento de Planeación Nacional, Los Ministerios de Agricultura, Educación, Comunicaciones, el ICA, la Caja Agraria y el Sena.
La programación era de gran variedad: alfabeto, números, medicina, trabajo, derechos, expresión, agricultura, teología. Las cifras que pasan los seis millones de cartillas de Educación Fundamental Integral distribuidas en 955 municipios y la cantidad de horas de educación que se acercan al millón y medio, la historia de dirigentes campesinos, los recuerdos de nuestros abuelos expresan la gran importancia de la radio en la educación, pues llevó el maestro al hogar de miles de campesinos con la consigna “la educación nos hace libres” cosa que era imposible por el abandono político que sigue existiendo.
Sin ninguna duda, la radio ha formado diversos individuos en todo el territorio. Radio Sutatenza es ejemplo de ello, brindó herramientas para luchar contra la violencia y la desigualdad de los territorios, llegando con la educación hasta rincones impensables para cualquier época, incluso la nuestra que dice ser tecnológica. Razón por la cual, se hace fundamental, en estos tiempos de pandemia que han mostrado lo ya evidente, una desigualdad social abrumadora y un abandono gubernamental a gran escala, el regreso a la virtualidad académica que nos brinda la radio.
Colombia es rica si hablamos de comunicación radial, ejemplo de ello es la red de la Federación de Medios Comunitarios de Colombia (FEDEMEDIOS), con la cual, se pueden articular procesos académicos en nuestros territorios para volver a llevar al “maestro a la casa”, no solo a pequeños y jóvenes, sino al núcleo familiar en general.
Es el momento de sentirnos orgullosos de la radio comunitaria y de buscar por medio de ella la formación académica general. Momentos de regresar a la Comunicación que nos hace verdaderamente individuos de una sociedad. Regresar al antepasado que nos instruyó como estructura y forma social.


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