Por Cesar Adolfo Parra Arenas*
“Allá usted caminaba y eso era un chuquíal” decía Gilberto Criollo a medida que alternaba en conversaciones conmigo su oficio de campesino jubilado con el machete y el relato de lo que algún día fue la zona del barrio Antonio Nariño.
Gratiniano Gaona otro lugareño del sector, sentados frente a su casa con tinto en mano escuchando los graznidos de la recelosa Vanellus Chilensis, me ha contado como hasta el 2009 en temporadas de verano los habitantes de los barrios aledaños al humedal El Chaparro se venían en botas pantaneras a cargar baldados de agua, en el lote que la constructora Santa Lucia hoy tiene pretensiones de desarrollar el proyecto urbanístico Entrepinos.
Estos y otros relatos de lugareños le dan fuerza a la reclamación que la ciudadanía le hace actualmente al alcalde para no dejar destruir este ecosistema de la ciudad.
El alcalde responde a este reclamo alegando “mi deber es darles cumplimiento a los estudios en la zona “refiriéndose a los contratados por la constructora Inversiones El Chaparro en el 2005 y 2007 que no cumplen con los requerimientos técnicos para la delimitación de humedales impuestas en la resolución 196 de 2006.
Esos estudios tenían la finalidad de constituir un plan parcial que habilitara el uso del suelo para la construcción de vivienda. Finalmente fueron incorporados mediante el Acta de Concertación de la revisión y reformulación del Plan de Ordenamiento Territorial del 17 de marzo de 2009 entre la entonces administración municipal de Héctor Aníbal Ramírez y la CAM en cabeza de Rey Ariel Borbón.
A partir de la firma de ese acto administrativo todo ha sido una lluvia de cemento y de intereses millonarios sobre el humedal. El Conjunto Residencial Guatapurí, Los Robles, Los Cedros, Torres de Alejandría, Constructora Santa Lucia y la Constructora Inversiones El Chaparro a punto de desaparecer el cauce de la microcuenca La Barrialosa.
En oposición a esto, los baquianos del territorio, conocedores y forjadores de una tradición oral que ha permitido mantener viva la memoria de las aguas y la biodiversidad del humedal, le han reclamado a las autoridades ambientales y a las diferentes administraciones municipales, del crimen que se está cometiendo con las nuevas generaciones al privarlos del derecho de gozar de las aves viajeras y el concierto de las ranas cantoras.
Frente a esto las instituciones se han mantenido necias a escuchar. Ni siquiera cuando en el 2014 les dijeron que la microcuenca La Barrialosa la habían desaparecido con el fin de que las aguas corrientes que permitían el recambio de la laguna fueran desviadas por la red de alcantarillado.
La única que escuchó y se cargó las botas pantaneras para recorrer el territorio con estos expertos en la zona fue la profesora Leyla Rincón. Producto de esta rabiosa, pero acuciosa escucha en el 2018 la profesora publicó 290 páginas de una enmarañada trama de análisis, muestreos, testimonios y denuncias en el libro “Transformación de las microcuencas hídricas del oriente urbano del municipio de Neiva por el Impacto del crecimiento urbanístico a partir del año 1991”.
En uno de los capítulos de este libro se encuentra el estudio publicado por IGAC en el 2014 denominado “ZONIFICACION ECOLOGICA DE LOS TERRENOS AL ORIENTE DE NEIVA” en el que reconoce el área donde la constructora Inversiones El Chaparro está adelantando proyectos de construcción como ecosistema de humedal.
La profe y el IGAC no fueron escuchados. Ni siquiera porque este último hace parte del Sistema Nacional Ambiental contemplado en la ley 99 de 1993 y ser por definición la autoridad cartográfica del país.
Este humedal requiere de decisiones valientes para garantizar que no lo desaparezcan por acción de la construcción. El alcalde y las autoridades ambientales deben escuchar y suspender las obras acogiéndose al principio de precaución dispuesto en la ley 99 de 1993 con el fin prevenir que se materialice un daño irreversible mientras se toman decisiones de fondo en el proceso de formulación del Plan de Ordenamiento Territorial de Neiva y la realización de los estudios complementarios que recomienda el Plan de Manejo Ambiental de Los Colores.
Sandra Hernández otra de las baquianas del territorio, en la manifestación de la semana pasada ya les daba el argumento para realizarlo, cuando con la Uticularia Amethystina-planta carnívora en la mano, les reclamaba como esta diminuta planta era el ejemplo de lo que podría ser afectado por la intervención de la maquinaria de Inversiones El Chaparro.
*Dirigente Ecológico/Columnista/Opinión