Esmeralda Arboleda: mostró el camino a las mujeres colombianas

Esmeralda Arboleda: mostró el camino a las mujeres colombianas

• Esmeralda encabezó, como miembro de la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), con Josefina Valencia de Hubach y con Bertha Hernández de Ospina, el movimiento bipartidista que obtuvo el derecho al voto para la mujer en agosto de 1954. Fue la primera mujer elegida senadora – 1958. La primera Embajadora extraordinaria y plenipotenciaria. Primera Ministra de Comunicaciones – 1961

Fue líder y política liberal, feminista declarada y una adversaria descomunal en la plaza pública. Las mujeres del país le deben el reconocimiento pleno de sus derechos y su discurso sigue tan vigente como hace 60 años. Un personaje con el que la memoria del país está en deuda y cuya vida recoge un libro con su nombre.
Justo cuando el país cierra filas en torno a la situación de la mujer en el país y sus derechos son vulnerados sistemáticamente y se desata una violencia inusitada en su contra, revive la memoria de una las mujeres que más luchó por su reivindicación, Esmeralda Arboleda.
Con ocasión de la entrega del que fue su archivo personal al Banco de La República, Biblioteca Luis Ángel Arango y de la presentación del libro Esmeralda Arboleda, la mujer y la política en la28ª edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, su nombre reclama el lugar que le corresponde en la débil memoria de los colombianos.
La publicación es fruto de una ardua investigación de la politóloga Patricia Pinzón y del apoyo que le brindó quien fuera la gran amiga de la líder feminista liberal durante gran parte de su carrera política, Sonia Cárdenas, que ayudó a recopilar y organizar todo el material.
El libro sobre Esmeralda Arboleda nació de la iniciativa y veneración de Sergio Uribe Arboleda, su único hijo, quien preservó del olvido el aporte de su madre al país. El resultado es un texto que recoge la vida de una colombiana que logró el reconocimiento de los derechos de las mujeres, su condición de ciudadanas y, en especial, el derecho al voto, que acaba de conmemorar 60 años.
Esos logros y muchos otros inscribieron a Esmeralda Arboleda como símbolo del feminismo en la historia nacional. El libro, editado por Taller de Edición Rocca, recorre la vida de la mujer y la política liberal desde sus orígenes, su infancia y juventud; la manera como se sobrepuso a una sociedad que reducía el papel de la mujer al de ser buena y acatar la voluntad de su marido y la volvía simple espectadora del acontecer nacional; hasta su participación en el Tribunal Ético y la redacción de un Proyecto de Código de Ética del partido Liberal tras el episodio de los narco-casetes, en el gobierno de Ernesto Samper.

Supuso una investigación de más de 2.000 folios y la recuperación del archivo personal de Esmeralda Arboleda, que será donado por su hijo a la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República para dejarlo a disposición de historiadores e investigadores que quieran conocer más de cerca su figura.

Todo un legado para las mujeres
Esmeralda Arboleda superó los prejuicios sociales de su época, cuando la mujer era relegada a las labores domésticas y no tenía derecho ni siquiera a tener una cuenta bancaria a su nombre, ni podía viajar fuera del país sin el consentimiento de su marido. Tampoco había instituciones de bachillerato para ellas y la mayor instrucción a la que podían aspirar era la confección y costura, el aprendizaje del inglés, estudios comerciales, asistencia social o enfermería. Cuando por fin la reforma de comienzos de los años 30 permitió a la mujer ingresar a la universidad, la estructura educativa del país no se los permitía y la disposición social se les oponía.
Esmeralda Arboleda nació en Palmira en 1921 y llevaba en su sangre la mezcla del espíritu conservador y religioso proveniente de sus ancestros antioqueños y payaneses, pero también las ideas liberales que identificaron a varios miembros de su familia. Y, sobre todo, el espíritu visionario y vanguardista de su madre Rosita Cadavid, que se anticipó a las mujeres de su tiempo y vio que brindar a sus seis hijas la mejor educación les abriría los horizontes. “No digan no puedo; digan no quiero, porque con voluntad todo se puede hacer”, les decía.
Con esa decisión luchó porque fueran primero bachilleres y luego universitarias, y esto marcó la ruta que habrían de seguir. Así, tomó la decisión de matricular a algunas de las hermanas de Esmeralda en un colegio de hombres contra la voluntad del rector y la del párroco que la excomulgó.
En su libro, Patricia Pinzón reconstruye a través de recortes de prensa, testimonios de amigos y compañeros de colegio, de universidad y de la política, cómo Esmeralda Arboleda luchó contra el machismo imperante y a los 14 años ingresó al Colegio de María Inmaculada en Bogotá de donde se graduó en 1938 para luego convertirse en la primera mujer en la facultad de Derecho de la Universidad del Cauca y, a la postre, la primera abogada de ese claustro, rompiendo con el molde de mujer que imponía la sociedad.
Su carácter y decisión escandalizaron la sociedad payanesa, pero le hizo ganarse la admiración de personalidades como el maestro Guillermo Valencia y Baldomero Sanín Cano, su tutor, quien la animó y encauzó su espíritu feminista que la llevó a pelear por la causa de las mujeres, su superación educativa, su acceso a cargos públicos y hasta sus derechos dentro del matrimonio. Y sólo tenía 22 años.
Fue abogada litigante, trabajó por la infancia, se declaró feminista y fue miembro de la Unión Femenina de Colombia, al tiempo que en cada una de sus intervenciones abogaba por la paz, y trabajó al lado de figuras como Alfonso López Pumarejo y Alberto Lleras Camargo.

El libro de Patricia Pinzón rescata el papel que jugó Esmeralda Arboleda en la Asamblea Nacional Constituyente de 1954, cuando derrumbó todos los argumentos que se oponían a conceder plena ciudadanía a la mujer y la consagración del voto femenino, cómo se opuso al régimen militar del general Gustavo Rojas Pinilla y sufrió su persecución y cómo intervino en la conformación del Frente Nacional y permitió por primera vez una masiva votación femenina en diciembre de 1957.
Fue la primera senadora del país, la segunda mujer en ser ministra, la primera embajadora y su figurase erigió como una de las mujeres más influyentes en la sociedad y la política colombiana, determinante para la democracia del país y la equidad de género, ejemplo de la capacidad de la mujer en la vida pública.
esmeralda

Patricia Pinzón
Graduada en Ciencia Política de la Universidad de los Andes, obtuvo también allí el título de Magíster en ese campo. Su tesis de pregrado fue acerca del comportamiento político de la mujer. Se entregó a la investigación en política e historia y se desempeñó como asesora gubernamental y editora de distintas publicaciones.
Ha sido coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos y ha escrito varias publicaciones, entre las que se cuentan Pueblos, regiones y partidos; El Ejército y las elecciones; Historia de la Universidad de los Andes, que escribió junto al ex vicepresidente Gustavo Bell; y Alberto Lleras y John F. Kennedy: amistad y política internacional, escrito junto a Carlos Caballero.
“La conocí a ella y a su hijo desde la infancia. Con él fuimos cercanos en la Universidad de los Andes, Sergio estudiaba Economía y yo estaba en Ciencia Política, y por eso desde la niñez tuve clara la importancia de Esmeralda, una mujer que se salía de los cánones de su época”, recuerda Patricia Pinzón, quien comenta que fue Sergio Uribe Arboleda quien le pidió escribir un artículo al cumplirse 40 años del voto de la mujer y posteriormente le propuso escribir la biografía de su madre.
“Sonia Cárdenas me ayudó muchísimo porque fue mano derecha de Esmeralda y se volvió mano derecha del proyecto dado que compartió mucho con ella y trabajó a su lado desde que era muy niña”, comenta.
No oculta su admiración por la política liberal cuando recuerda que tenía una gran preparación académica y que fue la primera mujer abogada de la universidad del Cauca, soportando el trato complicado por parte de los hombres, y que tuvieron que pasar cinco años más para que otra mujer ingresara a la universidad a estudiar la carrera. “Era dramático, era un universo absolutamente masculino”, dice Pinzón.
Por eso se sorprende al comprobar que hoy las mujeres que transitan por las calles y van a las universidades desconozcan quién es Esmeralda Arboleda y cuánto le deben, lo que ha podido comprobar cuando ha dictado clases a las nuevas generaciones.
“Ellas se realizan sin saber que ha habido toda una transformación social gracias a que mujeres como Esmeralda lucharon por conseguir oportunidades y derechos apoyadas por algunos hombres, porque eso también hay que reconocerlo. Les sorprende que en 1970 hubiera dos o cuatro mujeres y 35 hombres en un salón de clase de una universidad y que era muy raro que una mujer se pudiera graduar, o que incluso en los colegios a uno le preguntaran si quería terminar bachillerato. ¡Qué horror!”.
Asegura que en su investigación no siguió una estructura estricta, sino que recorrió el tiempo para ver la vida y obra de Esmeralda Arboleda, su labor en el Congreso, lo que escribía en los periódicos, las reuniones y encuentros internacionales de mujeres a los que acudió. “Fue un trabajo delicioso, lo único difícil fue tener que terminar, porque hay tantas cosas que uno podría seguir escribiendo sobre ella”.
Para escribir el libro sobre Esmeralda, Patricia partió de una pregunta: ¿Qué circunstancias había a su alrededor para que se hubiera convertido en ese fenómeno y esa líder? Pinzón empezó a mirar sus antecedentes, dónde había vivido, cómo la habían educado y de dónde venía su familia y así fue encontrando cosas que le dieron luces.
Después se enfocó en lo que logró. Fue a distintas fuentes, observó los cambios que se dieron, cómo era la sociedad en 1920, cómo estaban las mujeres en aquel entonces, acudió a las bibliotecas, a la Escuela de Estudios de Género, revisó muchos estudios sobre la mujer en Colombia y hasta revistas femeninas de la época.
Pero lo más determinante, según ella, fue que apareciera el archivo personal que Esmeralda armó con recortes de prensa, fotografías, reseñas de sus trabajos, columnas, sus ponenciasy otros ‘tesoros’. “Por eso fue muy afortunado que se uniera Sonia al trabajo, porque era como tener la conciencia de Esmeralda a mi lado. Con ella fuimos a hablar con algunas personas de sus tiempos”

Sonia Cárdenas, la amiga entrañable
Cuando habla de Esmeralda Arboleda no puede ocultar la emoción. Sonia Cárdenas era una adolescente cuando la conoció, trabajando con Otto Morales Benítez. Vio como se ganó el respeto y la admiración de hombres ilustres de la historia nacional, como el maestro Guillermo León Valencia, el ex presidente Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen, entre muchos otros.
“Era una mujer encantadora, con un gran sentido de la amistad, de la solidaridad, generosa, alegre. Una persona a la que le encantaba la música, la gran música clásica, pero también la popular, y por eso era una excelente bailarina”, recuerda.
Además destaca lo que para ella fue uno de los aspectos que la convirtieron en la gran líder que fue:“Gozaba en todos los terrenos. Ella se acomodaba al lugar y las circunstancias en que estuviera y eso en la política es muy valioso y fue muy bueno para ella, porque siendo una mujer muy distinguida y con una gran cultura y formación como abogada, sabía acercarse a todos los niveles. Yo pude verla cuando salíamos de gira e iba con mis jefes. Estaba con la gente, se sentaba, conversaba, se comía una empanada ouna mantecada, se tomaba un agua de panela o lo que sirvieran. Me impactó muchísimo esa alegría de vivir que mostraba y su cercanía con la gente”.
Pero sobre todo, Sonia Cárdenas destaca la solidaridad que siempre mostró con las mujeres y asegura que fue Esmeralda la primera mujer a la que le oyó hablar de género con un enorme sentido de compromiso.
“Otto Morales Benítez era secretario del partido Liberal que lideraba Alberto Lleras y Esmeralda era la encargada de asuntos femeninos del partido”, recuerda. “Yo tenía 16 años y revoloteaba por todas partes porque quería aprender todo y ella me dijo con su acento valluno: “¡Ah, no, inmediatamente, venípa’cá negrita, sentate aquí”, y me enseñaba”.
A partir de ahí se hicieron amigas y la vio desfilar junto a muchos líderes y ex presidentes, por lo que asegura que le impactaba profundamente que la gran mayoría de jefes políticos tomaban en cuenta lo que Esmeralda Arboleda decía.
“Por ejemplo, el doctor Darío Echandía le tenía un cariño extraordinario y un gran respeto. Para él era muy importante su concepto y cuando había intervenciones en plaza pública le gustaba ir con ella. Decía:“Yo me pido ir con Esmeralda porque ella es como una chofera de taxi”. También entre sus amistades figuraban hombres como Carlos Fuentes y Pablo Neruda, Matilde Díaz, el maestro Jaime R. Echavarría, el maestro José A. Morales, Édgar Negret, Germán Arciniegas y Rodrigo Arenas Betancourt, entre otros muchos.
Sonia recuerda que incluso Esmeralda dirigió un programa de televisión llamado ‘Controversia’, donde se entrevistaba a todos los grandes personajes de la época y que fue muy premiado. “Hace poco hablaba con Florence Thomas acerca de que en los años 60 había más representación política de la mujer de la que hay ahora y todas eran de un nivel altísimo; senadoras, alcaldesas, concejales, representantes, diputadas”, comenta Sonia.
Ser feminista en aquella época les valía a las mujeres chistes y comentarios de mal gusto. “El mínimo calificativo que les daban era de ‘marimacho’”, sostiene y añade que la Iglesia misma en algunos casos se opuso a la labor de esas líderes. Pero cuando se ven los logros obtenidos, el derecho al voto, la patria potestad y custodia de sus hijos en casos de divorcio y muchos más, todo eso le parece pura anécdota.
“El feminismo viene de mucho tiempo atrás y Esmeralda lo reconoció y tuvo cercanía con muchas mujeres, como Georgina Fletcher, Lucila Rubio de Laverde, Ofelia Uribe Acosta y otras que a comienzos de los años 40 irrumpieron y les tocó tan duro como a ella.
En sus últimos años Esmeralda le dijo: “Negrita, si alguna vez deciden hacer algo sobre mí, ¿me prometés que vas a estar en el proyecto?” Y yo le prometí que lo haría”, cuenta. Sonia ordenó recortes, escritos, fotografías por fechas, identificó personajes de las fotos en las que aparecía Esmeralda rodeada de damas prestantes liberales y conservadoras y trajo a la memoria muchos datos.
Por eso hoy siente la satisfacción de haber cumplido una promesa a su amiga con su colaboración en el libro acerca de su vida, “porque lo sentí como un compromiso del alma”.

¿Qué diría ella del momento que viven las mujeres hoy? Era muy crítica y seguro cuestionaría mucho la violencia contra las mujeres y la discriminación laboral que sigue existiendo.

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