«Hay que dar oportunidades a quienes se quieren resocializar y cambiar su vida»

«Hay que dar oportunidades a quienes se quieren resocializar y cambiar su vida»

Más de un centenar de integrantes de las Farc están concentrados en la ZVTN del corregimiento de San José de Oriente, municipio de La Paz. Hoy sus habitantes le apuestan a la paz y ya disfrutan de los dividendos de la terminación del conflicto con ese grupo.

Por Jesús David Gómez
La Paz, Cesar(SIG).
Niños corriendo por estrechas calles empedradas, ancianos sentados en sus mecedoras disfrutando del sol de la mañana y campesinos trabajando la tierra y el ganado sin temor alguno, son algunas de las escenas que hoy enmarcan el paisaje del corregimiento de San José de Oriente, del municipio de La Paz, Cesar.
Hasta hace pocos años ese cuadro era imposible de imaginar, pues históricamente esa región del país fue azotada por el conflicto y en particular por las Farc.
Sin duda el conflicto dejó huella en la memoria de quienes allí habitan.
Así lo evidencia Nancy Torres, nacida en Ábrego, Norte de Santander, una habitante de San José de Oriente que padeció en el pasado los rigores de la guerra.
En 1997 Torres fue desplazada de su tierra por los paramilitares y tuvo que trasladarse al Cesar en busca de la tranquilidad que no tenía en su pueblo. Por desgracia allí encontró nuevas formas de miedo.
“Cuando nosotros llegamos en el 97 nosotros nos vinimos huyéndole a los paramilitares, al miedo, al susto, al pánico. Y llegamos aquí y encontramos lo mismo: miedo, pánico”, relata.Afortunadamente para Nancy y su familia, hoy la realidad es otra.
Gracias a la presencia de la Fuerza Pública y la concentración de los integrantes de las Farc en la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) allí ubicada, los campesinos del corregimiento de San José de Oriente comienzan a palpar los beneficios de la paz.
“Actualmente vivimos muy tranquilos desde que llegó la Policía”, resalta Nancy Torres.
Y es que la Policía se había retirado del corregimiento. Por años en San José de Oriente no hubo Dios ni ley. Pero en el 2005 regresó la Fuerza Pública y con ella algo de tranquilidad.
Años después, con la puesta en marcha del proceso de paz del Gobierno y las Farc, poco a poco se fue consolidando la esperanza de un San José de Oriente sin conflicto.
“Desde un principio que escuché lo del proceso de paz dije: esta es la hora, es la oportunidad para todo hay un tiempo, Dios es el que tiene el tiempo para todo y de pronto ya es el tiempo de parar todas esas tragedias”, aseguró.

‘Esta paz está muy buena’
La población de San José de Oriente es muy creyente y atribuye al favor divino y a las negociaciones de paz la calma de la que hoy disfrutan.
“Estamos lo más bien, todo el mundo. Todo el mundo se le oye el decir de que esta paz está muy buena”, dice don Luis Adolfo Vaca Durán.
Él es un humilde campesino dedicado al ordeño de vacas y el cultivo del café. Al lado de la finca en la que trabaja pasa la vía que conduce a la ZVTN donde están las Farc.
“En lo poquito tiempo que hace que está este proceso, está todo el mundo bien. Todo el mundo está sin miedo, entra y sale y no tiene problemas de nada. Roguémosle a Dios que esto eche pa’ delante así”, afirma.Esa es la idea precisamente, echar hacia adelante.
Por eso las reses con las que trabaja contrastan con los buldóceres que arreglan la carretera. Un síntoma inequívoco de la presencia del Estado en la zona.
“Las obras están muy excelentes, muy buenas, pa’qué”, sostiene al tiempo que manifiesta su optimismo de cara a la consolidación de la paz.
“Yo estoy contento porque todo el mundo vive bien. Todo el mundo dice: No, si esto sigue así está muy bien. Vamos a ver más adelante”, afirma.

La paz desde las regiones
El anhelo de los campesinos colombianos es que la paz no solo se quede en el silenciamiento de los fusiles, sino que beneficie a los territorios con escuelas, puestos de salud y vías terciarias.
Ello es coherente con la consigna del Presidente Santos de construir la paz desde los territorios.
Y ese es precisamente el clamor de Sol Marina Torres. Ella es concejala de La Paz, pertenece al Centro Democrático y ve con ilusión la idea de una Colombia sin guerra.
“Tenemos el positivismo de que este proceso de paz que hoy el Gobierno está llevando a cabo con las Farc sea de éxito”, apunta.
Al igual que todos los habitantes de su municipio, espera mucho de los dividendos del Acuerdo.
“El municipio sí tiene unas expectativas de que el Gobierno también le cumpla a las comunidades. De que el Gobierno también nos vea como importantes a nosotros como comunidad en general, urbana y rural”, explica.
El liderazgo de Sol Marina es palpable. Es una mujer fuerte que tiene la valentía propia de quienes le apuestan al perdón.
“Es difícil para muchos perdonar, pero para nuestra paz interior es necesario perdonar”, asegura.
No obstante, advierte que la comunidad tiene que “hacer parte de este proceso y ser los principales dentro del proceso”.
Finalmente, la concejala Torres propone “darle la oportunidad a esas personas que están en la guerra y que quieren resocializarse, quieren hacer parte de un mundo mejor, o sea, quieren cambiar su vida”.
Y de eso se trata todo este proceso: de segundas oportunidades, perdón y desarrollo, para que hijos de campesinos como don Luis Adolfo gocen de un país reconciliado, producto de la construcción de la paz.

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