El 15 de noviembre de 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas presentó una carta firmada por los representantes de Eslovenia, Malta, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia para decretar al 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, siguiendo la línea que ya se había planteado en la Declaración del Milenio: la convicción de que el siglo XXI tendría que tener a la solidaridad como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales.