“Hay que reconocer una crisis estructural que puede llevarnos en pocos años a una quiebra total de la economía, por efectos de los privilegios al capital extranjero, el desconocimiento de la pequeña y mediana empresa, el impresionante crecimiento de la deuda, que pasó en pocos años de $60 billones a $240 billones, los altos gravámenes a la clase trabajadora, y el atraso radical de la industria y de la agricultura”.
Antonio Germán Castañeda Hernández*
Especial Boletín Económico del Huila
Arrancamos el tercer mes del año 2018, y el pueblo colombiano sigue sin entender lo que le pasa, no logra demostrar que ha asimilado los tremendos golpes que históricamente ha recibido y sigue recibiendo. Sin necesidad de repetir al detalle los problemas, solo basta congregar en unos pocos títulos, las graves dolencias que no le permiten a Colombia abandonar la pobreza, la desigualdad y el atraso, y proyectarse como una sociedad desarrollada. Situación de indiferencia que los factores de dominación política y económica tradicionales logran orquestadamente mantener en bajos niveles de comprensión popular, para perpetuar sus privilegios, a pesar de los últimos hallazgos de corrupción, estancamiento, pobreza, impunidad, violencia y decadencia social y moral.
La degradación moral provocada por los casos de corrupción, cada vez más profundos y extensos, ya han tocado a personas que manejan instituciones que hasta ahora creíamos impolutas, y que arrojan cifras impensables al nivel nacional, faltando mucho por descubrir sobre lo que sucede en los departamentos y municipios, manejados por los mismos responsables del derrumbe nacional.
Pero la situación económica y social, en donde se dan circunstancias trágicas, que afectan a niños y familias, que constituyen el núcleo básico del desarrollo humano, son lógicamente lamentables, y sobre todo, más lentas y complejas de superar, puesto que se parte de la difícil aplicación de una pedagogía que permita lograr el conocimiento y concientización de quienes la padecen, debido a su bajo nivel educativo y cultural.
La mayoría del pueblo colombiano no conoce las profundas estructuras existentes desde el nacimiento de la República, en materia de explotación en el trabajo, el despojo de la tierra, el monopolio logrado por unos pocos en materia de producción industrial y agropecuaria, y el contubernio entre clase dominante y gobierno de turno para mantener esquemas en contra de quienes no pertenecen a la oligarquía criolla y solo aportan la mano de obra, pero que fácilmente pueden volver a ser conquistados en estos tiempos de campañas políticas igualmente manipuladas.
Cambio económico y social
Surge aquí una pregunta sobre ¿cuál debe ser la bandera correcta para enarbolar en esta campaña?: El proceso de paz que solo está pretendiendo cumplirle a la guerrilla, pero sin intenciones reales de involucrar a la enorme población en situación de pobreza y miseria que pasa del 60%, o por otro lado que las campañas se apropien del discurso de cambio económico y social para todos, cuota inicial para pensar un proyecto de prosperidad incluida la paz y la derrota de la corrupción.
Indiscutiblemente en esta campaña, debemos conocer y debatir el tema económico, y ubicarnos dentro de la teoría de entender que entre dos opiniones al respecto, hay que casarnos con la que se refiere a la existencia y reconocimiento de una crisis estructural que puede llevarnos en pocos años a una quiebra total de la economía, por efectos de los privilegios al capital extranjero, el desconocimiento de la pequeña y mediana empresa, el impresionante crecimiento de la deuda, que pasó en pocos años de $60 billones a $240 billones, los altos gravámenes a la clase trabajadora, y el atraso radical de la industria y de la agricultura.
Estamos viendo cómo los medios y gran parte de los políticos, dentro de su deseo de perpetuarse, solo distinguen unos pocos grupos de interés, dentro de conceptos tradicionales que ya no nos dicen mayor cosa, como son los conceptos izquierda o derecha que en estos momentos de angustia y asombro nacional por el futuro incierto de la patria, parecen más un distractor sobre la realidad del problema nacional, que una tarea de confrontación de ideologías, reales y benéficas. Necesitamos saber: ¿Quiénes reconocen el caos nacional y quiénes no, para no elegir a los mismos corruptos que desde la presidencia, los ministerios, congreso, gobernaciones y alcaldías han desangrado al país?
No enfrentar la problemática económica por donde deber ser, significa seguir consolidando a ese 5 % de la población que es dueña del 90 % de la riqueza del país, y seguir dejando en el abandono a los pequeños y medianos empresarios del campo y de la ciudad que hacen el mayor aporte a la economía nacional, la población mayoritaria abandonada a su suerte, con problemas de empleo, el negocio de la salud, educación y vivienda, que se controle y repatrie el inmenso capital colocado en paraísos fiscales por malos colombianos que así evaden impuestos, y niegan recursos para el cambio social, el exceso de gastos en defensa, altos sueldos de funcionarios públicos y la corrupción generalizada en el alto poder del Estado.
El modelo aplicable, como hemos dicho, debe basarse en generar ahorro, atraer capitales en condiciones dignas, fortalecer y crear pequeñas y medianas empresas con apoyo financiero, tecnológico, e innovación, y una educación para el cambio, que generen crecimiento y por lo tanto nuevos ingresos, pero desafortunadamente, fracasó una vez más el gobierno en la formulación de un modelo económico que empezara a cumplir con los pasos iniciales del desarrollo nacional.
Las señales y los análisis
Aunque el Gobierno habla del buen momento de la economía, porque “lo peor ya pasó”, las nuevas medidas no son suficientes por la inexistencia de decisiones generadoras de cambio en la economía y en la situación social y si no, veamos el estancamiento en la construcción de vías, por efectos de la corrupción, el doble déficit de balanza de pagos y fiscal, la continuidad de las políticas de desestimulo al consumo, una campaña electoral que despierta temores para inversionistas, igualmente los esperados beneficios del postconflicto, que no están dando los resultados anunciados y el relativo aumento del precio del petróleo, no muy confiable.
Analistas varios, hacen eco al Gobierno sobre sus buenos resultados en crecimiento, situación que no será la esperada por las razones antes vistas, y las clases media y pobre de Colombia no verán mejorar su situación, pues estos logros están diseñados solo para el gran capital, a la mayoría, trabajadora solo los espera una nueva reforma tributaria, reforma pensional y laboral degradante, continuación del problema de la salud, abandono de la educación, alza descontrolada de precios, disminución de la capacidad de consumo, aumento de la deuda pública e impunidad para los violentos responsables de delitos de lesa humanidad y para los enquistados corruptos.
Pero no podemos tampoco dejar de analizar las tendencias políticas de la campaña electoral, pues vemos claramente como los denominados “los mismos con las mismas” apoyados por medios de comunicación tradicionales, tratan de confundir, señalando como violentos de izquierda a quienes no están con la clase tradicional, sin hacer salvedades, para buscar que se mantengan los privilegios ya enraizados, mientras siguen en su eterno convencimiento de que con dinero y comprando votos, ganarán las próximas elecciones, convencidos de que las expresiones populares de los últimos días no los tocan a ellos, pero no se olviden del resultado de plebiscito, cuando toda la institucionalidad le apostó al “si”, desconociendo el descontento de las mayorías, el pueblo sin salir a votar todos los descontentos, los sorprendieron con el “no”.
Se nota aunque no nos guste, el crecimiento de opinión silenciosa por un candidato que por su tradición guerrerista y pensamiento pro chavista, no es de nuestra confianza, pero que tiene un significado claro en el descontento popular de quienes están cansados de la manipulación de este país, es como una sed de venganza, por que no encuentran sinceridad y compromiso de los candidatos del establecimiento y por los políticos tradicionales, que solo les importa continuar en las mismas, porque como dijo Felipe Zuleta Lleras, “ La clase dirigente se cagó literalmente en el país”.
Tampoco el pueblo colombiano, sin influencias uribistas, como tendenciosamente quieren hacerlo ver los de las Farc, aceptan que estos falsos mesías, que aún siguen veladamente delinquiendo, lleguen de ninguna manera al poder y es la reacción lógica de quienes de un momento a otro se encuentran con sus agresores y verdugos y ven que el Estado y el Gobierno no cumplieron con su deber de someterlos previamente y por el contrario les brindan garantías que el común de las gentes no han logrado y que además se han burlado y ridiculizado a sus víctimas.
Pero no debemos olvidar el voto en blanco, al cual no se le ha dado la verdadera dimensión que tiene y por el contrario se desinforma o se hace a un lado por los medios tradicionales de comunicación y las encuestadoras y no es como mal-intencionadamente se dice, que se suma al de grupos como la Farc, la realidad es que si saca un voto más que el voto del candidato ganador, simplemente anula toda la votación y nos permitirá ver como no vuelven los mismos con las mismas, es decir que no volveremos a ver en este próximo cuatrienio a los personajes que nos han dado tantos problemas por la aprobación de leyes en nuestra contra y en el Huila no volverán los personajes antes mencionados al Congreso.
*Ex Director DIAN y EX Secretario de Hacienda.
Docente Universitario