Uno de los principales retos que enfrenta diariamente la sociedad es desaparecer las brechas de género que impactan negativamente en el desarrollo social de la población. Pese a los avances económicos y políticos, la disparidad continúa latente en cada una de sus esferas.
La Magíster en Género y políticas Públicas, Carmen Rosa Mendivil, resaltó que los cambios culturales pueden demorar varias décadas. Y es que según el Dane, en Colombia y el mundo faltan aproximadamente 286 años para lograr la igualdad entre hombres y mujeres. “Eso no lo va a solucionar un gobierno en cuatro años, es un proceso lento siempre y cuando sean consistentes los avances y exista un soporte legal que favorezca estos procesos de ganancia en derechos. Cuando podamos superar esa idea de que las mujeres somos incapaces y somos inferiores, cuando deje de ser un insulto decirle mujer a un hombre, entre otros”.
Si bien, en las últimas décadas Colombia ha alcanzado importantes conquistas en relación a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, sin embargo, es un camino en el que aún hay muchos tramos por recorrer. De acuerdo con ONU Mujeres, algunos ejemplos son los Lineamientos de la Política Pública para la Equidad de Género para las Mujeres y el Plan Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencias aprobados en 2012, y la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, aprobada en 2011, con disposiciones importantes sobre la igualdad de género, así como la Ley 1257 “Por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”, de 2008 y la Ley 1719 por la cual se adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, de 2014, entre otras.
Cultura violenta y patriarcal
La violencia se convirtió en el episodio cotidiano de miles de mujeres que hoy ya no están y otras que transitan una batalla para castigar los deplorables actos de los que han sido víctimas. Y es que, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, hasta noviembre de 2022, 827 mujeres fueron asesinadas en Colombia, 30 más que el año 2021; mientras que la cifra de suicidios no es nada alentadora.
La entidad registró que 477 mujeres se quitaron la vida en el país, a fecha contabilizada hasta el mes de octubre; y el panorama es preocupante puesto que en todo el 2021 la cifra de suicidios fue de 394 casos. Departamentos como Cauca y Chocó, así como ciudades de la magnitud de Barranquilla, Santa Marta, Riohacha y Maicao, son las que más reportaron hechos de violencia física, sexual y psicológica. Estas cifras representan para la directora de Artemisas (Organización no gubernamental feminista de incidencia política), Juliana Hernández, el reflejo de la cultura patriarcal que no ha desaparecido en la sociedad.
“Esto nos dice que hay un problema cultural que está muy arraigado donde se cree que la mujer es propiedad privada por parte de los hombres y esto es lo que hace es incrementar las violencias”.
Es por ello que en cuento a las Cátedras de Paz del Ministerio de Educación, Hernández hizo énfasis en el enfoque que se debe llevar a cabo. “Yo no creo en el tema de nuevas masculinidades, sino en un cuestionamiento de las masculinidades hegemónicas que nos han asesinado, que nos han violado y que hoy siguen tan vigentes. Hay que enfocarlas en los hombres que son los principales causantes de las violencias contra las mujeres y en esa reforma de educación para entender de qué forma podemos acompañar esa reducción de brechas que pasa por muchos otros”.
Desigual panorama laboral
El panorama en cuanto a salario y puestos de trabajo tampoco representa un momento esperanzador en el país, pues, las brechas siguen aumentando.
De acuerdo con la Federación Colombiana de Gestión Humana (Acrip), en relación con un salario básico mensual promedio y teniendo en cuenta que el salario mínimo legal vigente para 2022 en Colombia es de 1.091.471 pesos con auxilio de transporte incluido, las mujeres ganan cerca de 1.197.000 pesos, mientras que los hombres devengan hasta 1.428.316 pesos. Así mismo, en relación a una compensación total mensual, las mujeres tienen salarios, en promedio, de 1.787.106 pesos, mientras que los hombres de 2.047.954 pesos.
Igualmente, el panorama de trabajo de cuidado no remunerado diario sigue empeorando para las mujeres, que pasaron de invertir 6 horas y 52 minutos diarios en el informe de 2020 a 7 horas y 44 minutos para esta actualización, lo que significa un incremento de 52 minutos diarios. Por su parte, los hombres tuvieron una disminución, pasando de 3 horas y 19 minutos a 3 horas y 6 minutos en esta publicación, lo que significa 13 minutos diarios menos, según el Dane.
La directora de Artemisas, Juliana Hernández, hizo mención a la influencia de la reforma pensional. “Esto también va a requerir una mirada desde la reforma pensional y laboral para reconocer articulado con el Ministerio de la Igualdad y con el sistema nacional de cuidado, cómo se van a tomar medidas que garanticen que este trabajo sea reconocido por muchas mujeres que lo hicieron toda su vida y hoy no tienen pensión”.
Por su parte, Carmen Rosa Mendivil, resaltó las dificultades que protagonizan este flagelo. “Hay dificultades para acceder a trabajos de calificación o de alta calificación y debe haber mejor remuneración cuando las mujeres puedan decidir también sobre sus territorios, sobre los aspectos públicos y que puedan tomar posiciones de liderazgo”.
Espacio político
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), indica que, al 19 de septiembre de 2022, hay 28 países donde 30 mujeres se desempeñan como Jefas de Estado y/o de Gobierno. Al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años. Solo 13 países están presididos por una Jefa de Estado, y 15 países tienen Jefas de Gobierno.
En el 2022, Colombia logró tener la primera vicepresidenta negra, Francia Márquez, pese a ello y a que se registre un aumento en la representación de las mujeres en el legislativo, un análisis parcial de rendición de cuentas de las mujeres evidencia que las candidatas reportan menos acceso a recursos para financiar sus campañas.
“Ya somos el 30% del Congreso de la República y nuevamente esto no solamente sucede en Colombia. Ruanda es el país que tiene un congreso del 50 % de mujeres y más allá de las posiciones políticas, la pregunta es por qué no estamos ocupando esos espacios, así no llevemos las agendas de mujeres”, dijo la directora de Artemisa, Juliana Hernández.
Plan Estratégico para 2022–2025 de ONU Mujeres
El Plan Estratégico para 2022–2025 busca guiar a ONU Mujeres durante los próximos cuatro años, con la vista puesta en el plazo de 2030 para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En él se explica cómo utilizará ONU Mujeres su singular mandato triple —que abarca actividades de apoyo normativo, coordinación del sistema de las Naciones Unidas y operacionales— para movilizar una acción urgente y sostenida con miras a lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas y apoyar la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El Plan Estratégico se basa en los hallazgos principales de un amplio proceso de consulta y se nutre del análisis de las lecciones aprendidas y recomendaciones halladas en evaluaciones, auditorias y otros asesoramientos, incluyendo aquellas a partir del examen y la evaluación al cabo de 25 años de la aplicación de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing.
Habida cuenta de la naturaleza interconectada de los retos mundiales, ONU Mujeres se centrará en enfoques integrados con siete resultados sistémicos para abordar las causas profundas de la desigualdad y para llevar a cabo un cambio más amplio de los sistemas, abarcando todas sus áreas temáticas de interés:
gobernanza y participación en la vida pública;
empoderamiento económico;
eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas; y
las mujeres, la paz y la seguridad, acción humanitaria y reducción del riesgo de desastres.
Conclusiones del Dane
Aunque en general las condiciones han cambiado a favor de las nuevas generaciones, los pendientes aún son numerosos. Muchas jóvenes colombianas enfrentan tasas de desempleo elevadas, segregación en el mercado laboral, violencia, embarazos no deseados, entre otras desventajas que se entrecruzan y potencian. Las jóvenes están alzando la voz, están cuestionado, están proponiendo, lo que representa una gran oportunidad de cambio de corto y largo plazo en la sociedad en general. Sus necesidades y expectativas deben estar incorporadas en las políticas públicas.
Prácticamente en cualquier ámbito e indicador que se analice, las niñas y mujeres rurales, indígenas, afrocolombianas, con alguna discapacidad, en pobreza, presentan brechas de desigualdad con respecto a otras mujeres, sin considerar otras condiciones adicionales como la migración y el desplazamiento. Las niñas y mujeres que experimentan formas de discriminación múltiples que se interrelacionan unas con otras son, evidentemente, las más vulnerables.
En este sentido, el desglose por sexo se queda muy corto para identificar y caracterizar las desigualdades entre los grupos de mujeres. Es necesario generar más información con el mayor número de cruces posibles de variables que interactúan, así como analizar los datos a la luz de las convergencias de condiciones sociales y económicas que determinan, en gran medida, el presente y el futuro de las mujeres.
La igualdad demanda la movilización de recursos. De primera impresión, puede parecer prácticamente imposible contar con presupuestos suficientes y sostenibles para solventar todos los pendientes. Empero, no necesariamente se trata de más recursos. En muchos casos se trata de una mejor distribución de ellos, de la implementación de medidas especiales de carácter temporal que sirvan de catalizadores para alcanzar la igualdad en los resultados. Debe considerarse que se busca mejorar las condiciones de la mitad de la población y que está ampliamente comprobado que cerrar las brechas de género incrementa el crecimiento, mejora las economías y tiene repercusiones claras sobre el bienestar de las familias.
Son cambios que implican reestructuraciones y reorientaciones de las finanzas públicas. Sin embargo, hay experiencias en otras naciones con distintos esquemas que pueden explorarse y adecuarse a la realidad colombiana y, con ello, dejar atrás políticas que han sido discriminatorias contra las niñas y mujeres, o que han sido ciegas a los asuntos de género.
Con información de El Heraldo/Periodista Keyla Ospino Vargas/Dane/ONU Mujeres