El brote de la fiebre amarilla no es solo un evento epidemiológico aislado, sino el reflejo de una crisis ambiental y social que está afectando la salud pública en Colombia, según lo advierten expertos en microbiología y epidemiología.
La fiebre amarilla se ha convertido nuevamente en una amenaza debido a múltiples factores que van más allá del insecto. La deforestación, la urbanización descontrolada, las migraciones forzadas y el cambio climático han alterado los ecosistemas naturales, favoreciendo la propagación del vector en zonas anteriormente libres de riesgo, explicaron los académicos.
“No es solo un tema de mosquitos. Es un síntoma de un desequilibrio más profundo en nuestros entornos y sistemas de salud. Si no actuamos ahora, veremos más brotes y desafortunadamente más muertes”, advierte Luz Helena Patiño, coordinadora técnico-científica del Centro de Investigación en Microbiología y Biotecnología de la Universidad del Rosario.
“La fiebre amarilla es considerada como una enfermedad grave. De acuerdo con el Reglamento Sanitario Internacional, es un evento que se puede constituir como una emergencia de salud pública de importancia internacional”, afirma Carlos Trillos, epidemiólogo y profesor de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud.
Cabe recordar que esta enfermedad es transmitida por el mosquito Aedes aegypti, el mismo vector que trasmite el dengue, el zika y el chikungunya. Sin embargo, para brotes en zonas selváticas los vectores involucrados son mosquitos de los géneros Haemogogus y Sabethes.
Luego de la picadura del mosquito que trasmite la fiebre amarilla, inicia un período de incubación que dura entre 3 y 6 días. La evolución clínica se puede dividir en tres fases, explica Trillos:
1. Fase inicial, que dura de 3 a 4 días: Se caracteriza por fiebre de hasta 40 °C, cefalea intensa, pérdida del apetito, náuseas y vómito, dolores musculares, dolor lumbar. No obstante, en algunos casos, la enfermedad puede ser asintomática. Hay un signo llamativo, bradicardia con temperatura alta.
2. Fase de mejoría o de remisión, en la que los síntomas desaparecen, por unas 24 a 48 horas con aparente mejoría. Aquí muchas personas se recuperan.
3. Fase tóxica (la más grave), que ocurre en aproximadamente el 15 % de los enfermos: La fiebre alta regresa, aparece ictericia (coloración amarilla de la piel), orina oscura (coluria), dolor abdominal, vómitos persistentes y sangrados en mucosas como nariz, boca, ojos o tracto gastrointestinal. También pueden presentarse problemas hepáticos, insuficiencia renal, inestabilidad cardiovascular, convulsiones y coma. La muerte ocurre de 7 a 10 días del inicio de la fase tóxica, en cerca de la mitad de las personas que tienen esta fase.
Aunque existe una vacuna segura y eficaz, la cobertura no es aún suficiente. En Colombia, se recomienda la inmunización para personas entre 9 meses y 59 años. Su aplicación está contraindicada o requiere valoración médica, en personas inmunosuprimidas o mayores de 60 años, anota el profesor de epidemiología de la Universidad del Rosario.