Gregorio Prada Pérez, oriundo de Baraya, Huila, radicado en Neiva desde muy pequeño en medio de verdes campos, poco disfrutó de los abrazos de sus padres al quedar huérfano a sus tres años de edad. Recuerda con cariño que por un profesor conoció las letras con pizarra y jis (Lápiz de punta jis, almohadilla y banqueta) y también conoció lo que significaba ser persona. Desde muy chico tomó las riendas de su vida para poder salir adelante.
Padre de siete hijos, honesto, responsable, trabajador y honrado estas son cualidades que destacan quienes conocen su historia. Hace más de cinco años trabaja de manera informal en el parqueadero de motos ubicado en la bahía a las afueras del supermercado de la UIS Norte. «Llegue aquí porque en el parqueadero de la CAM antes era por turnos y los fines de semana no había nadie y necesitaba trabajar todos los días para poder llevar comida a mi casa» comenta con una sonrisa en el rostro mientras observa el lugar.
Gregorio cuenta con orgullo como ha logrado plasmar sus pensamientos en diferentes obras, él realiza su trabajo con tinta sobre cartulina, basado en trazos geométricos y dibujo lineal de una manera empírica, sus implementos: la cartulina, un CD y muchos lapiceros. Gregorio nunca ha hecho cursos de pintura, no tiene escolaridad, ni mucho menos un título profesional, solo se ha dedicado a sacar adelante a su familia, cuenta con lágrimas en sus ojos que hoy solo vive con un hijo, siente que su vida se le va poco a poco pero su «Don», como él le llama lo hace feliz.
«La gente cuando pasa me dice que yo estoy loco o que hasta fumo cosas raras, porque ellos no le dan nada de importancia a mis dibujos, a veces intento explicarles pero se ríen y con esa reacción decido mejor retomar y concentrarme en mi obra» expresó Gregorio con desconsuelo.
«Solo la gente ignorante opina cosas malas», cuenta mientras relata que en el universo existen millones de satélites y que él se los imagina plasmándolos en su cartulina. Con una sonrisa explica cada uno de los cuadros que ha pintado y que hoy se exhiben en la Biblioteca Pública de la UIS Norte en Neiva.
«También hay personas que me ofrecen hasta cincuenta mil pesos por una de mis pinturas, eso me hace feliz porque confirmo que hay personas que si valoran mi trabajo, pero les digo que me den de corazón y lo que su bolsillo le permita».
Sueña con que sus trabajos sean expuestos en todos los lugares y que la gente reconozca su trabajo, aquel trabajo que muchos ignoran y otros aplauden, sus dibujos que son trazos hechos con amor.