El pescador de Puerto Seco reclama, desde hace un año encadenado en un árbol en el Parque de La Ceiba de la Libertad de Gigante, ser incluido en el censo de damnificados de Emgesa por la construcción de la Represa de El Quimbo.
Harold Díaz Sierra
Redacción Noticias al Sur
Muchas eran las especulaciones que se dieron y se originaron cuando en aquella época de 1997 empezaron a rodar los primeros comentarios de la licencia ambiental para la posible construcción de la Represa Hidroeléctrica El Quimbo, en el área de influencia de los municipios de Altamira, Garzón, Gigante, Paicol y Tesalia.
Sólo hasta ese momento eran comentarios y versiones que tomaban fuerza, pero que el Ministerio de Ambiente lo declaró no viable, teniendo en cuenta el impacto que éste generaría sobre el componente social, cultural, económico, entre otros, como resultado de la afectación de las mejores tierras con vocación agrícola de la región y por la dificultad de restituir la actividad productiva de esta zona del centro y sur del Huila. Dicha licencia le fue negada y hasta ese momento todo era tranquilidad para los habitantes del área de influencia del proyecto.
Pero la tranquilidad duró sólo diez años, debido a que en el 2007 la Multinacional Emgesa, empresa española de reconocidos inversionistas, nuevamente solicitaría la licencia ambiental al Ministerio de Ambiente, pero esta vez con información técnica del proyecto y un diagnóstico ambiental de alternativas sobre el impacto que ello conllevaría. El Ministerios de Minas y Energías emitió concepto técnico favorable, lo que para el 15 de mayo de 2009 bajo resolución 0899 le fue otorgada la licencia de construcción. Desde ese momento todo empezó a cambiar y a generar distintos puntos de vista, unos a favor y muchos más en contra de este proyecto Hidroeléctrico que hoy en día llamamos El Quimbo.
Las obras que se empezaron a ejecutar en el 2010 trajeron consigo empleo, economía, pero por otro lado también violencia, vicios, despojo de habitantes que vivían en las laderas de los ríos, generación de prostíbulos y muchas otras situaciones que fueron tomando fuerza en el municipio de Gigante, particularmente, y por supuesto en los otros de influencia del proyecto.
En la actualidad, El Quimbo ya entró en funcionamiento y así la Corte Constitucional, la ANLA y otros entes de control hablen al respecto acerca de un posible fallo que suspende las operaciones de la represa, otra es la realidad que viven muchos habitantes del sector donde se hizo esta mega obra. Un ejemplo de ello es lo que vive en Gigante el pescador artesanal Orlando Ramírez, del sitio reconocido como Puerto Seco, quien vive en carne propia el abandono y despojo de su sitio de trabajo y del sustento familiar.
Drama del pescador
Orlando asegura que no ha recibido por parte de la Multinacional ninguna indemnización o compensación a la que ellos mismos se comprometieron cuando se les dio la licencia ambiental. El pescador lleva más de un año encadenado en el Parque Principal de Gigante pidiendo la compensación a la cual asegura tiene derecho por ser un afectado por esta construcción.
Explica que en el 2009, cuando se hablaba del inicio de la obra, los pescadores de la zona temían por lo que pudiera pasar con este trabajo tan artesanal y de historia para la zona. En ese año, la Multinacional Emgesa empezó a realizar el censo a todas las personas que pudieran ser afectadas por esta obra, pues los pescadores estarían allí incluidos. Pero, don Orlando ingenuamente no se inscribió, ya que para ese momento él estaba dedicado a la comercialización del pescado que sus compañeros recolectaban en sus faenas de pesca, “pero dicho censo no fue claro con la información y se ocultó información que debió suministrar a todos y cada uno de los afectados”, cuenta.
“La multinacional Emgesa pisoteó a todos y cada uno de los habitantes del sector, los Gobiernos Nacional, Departamental y Municipal no fueron radicales con esta empresa, dejaron que irrumpieran la tranquilidad de la comunidad con maquinaria pesada, retroexcavadoras, volquetas y muchos otros tipos de máquinas empezaron a dañar la paz del río, de las montañas y de nosotros mismos, y eso es triste e inaceptable que lleguen empresas de otras países a hacer este tipo de daños en nuestro propio territorio”, dijo Orlando Ramírez, con llanto en sus ojos.
Don Orlando ha solicitado, mediante más de 50 derechos de petición y acciones de tutela a Emgesa, que sea incluido en el censo que la entidad realizó en el 2009 y que la Corte Constitucional le exigió a la Multinacional realizar un nuevo censo en el 2011. Sin embargo, según el pescador dicho censo nunca se realizó y la sentencia de la Corte fue burlada. Por el contrario, él seguía esperando respuesta en la que le dieran el visto bueno o la noticia que sería incluido en el censo que buscaba compensar a pescadores y toda la comunidad afectada por la Represa El Quimbo.
En esa zona del Parque, Ramírez se instruye leyendo la sentencia T/135 que emitió la Corte Constitucional en la que se le exige a la Multinacional compensar a todos y cada uno de los afectados por dicha construcción, y que no solo a las personas del sitio sino a todos los habitantes de la zona que de una u otra forma subsistían con la pesca, cultivos, ganadería, entre otros oficios agrícolas que se desempeñaban en el área de influencia, no solo de Gigante.
Don Orlando, pescador por más de 20 años, manifiesta que tiene pruebas testimoniales, documentales que así lo confirman, cumplió más 400 días viviendo en el Parque de Gigante, acompañado del árbol que es símbolo de la Libertad, pero que para él no significa nada y menos para la Multinacional y muchas otras que se apoderan de los recursos propios de los colombianos y no se hace nada para que dichos procedimientos no se ejecuten más.
Manifiesta que seguirá allí hasta que Emgesa le de la compensación igual a la que todos sus compañeros recibieron y que además espera que todo el tiempo y sufrimiento que ha soportado se le retribuya como lo exige la ley, no solo para él sino también para sus hijos, quienes fueron afectados, pues la pesca le daba para sus estudios, pero que dejaron de recibir por la construcción de la represa. Él dice que estará más firme que nunca y esperando que su protesta pacífica y esta tragedia como la llama él, algún día termine, pero con un final feliz.