El 23% de las mujeres y el 21% de los hombres entre 18 y 29 años que estaban empleados perdieron sus trabajos durante la pandemia.
Redacción
Un nuevo estudio reveló que las mayores preocupaciones que han aquejado a los jóvenes entre 18 y 29 años, en el marco de la pandemia y durante la crisis por el Covid-19 en Colombia, están relacionadas con la imposibilidad para recibir atención médica por enfermedades distintas al coronavirus, el padecimiento de ansiedad o depresión, la seguridad alimentaria y la baja empleabilidad.
Desde el enfoque cuantitativo y a través del análisis de 1.287 encuestas a personas entre los 18 y 29 años se encontró que: el 87% de las mujeres y el 75% de los hombres manifestaron estar preocupados porque alguien de la familia pueda tener una emergencia de salud y no reciba atención médica oportuna. En cuanto a la salud mental, el 67% de las mujeres y el 56% de los hombres están preocupados por sufrir ansiedad o depresión.
Con respecto a empleabilidad, la encuesta reveló que el 23% de las mujeres y el 21% de los hombres que estaban empleados perdieron sus trabajos durante la pandemia. Adicionalmente, el no contar con computadores o acceso a internet para recibir y participar activamente de sus clases virtuales también es una de las mayores preocupaciones identificadas por el estudio, afectando al 11% de las mujeres y al 13% de los hombres consultados.
Desde el enfoque cualitativo (Adolescentes y mujeres jóvenes entre los 15 y 29 años) se encontró que los principales desafíos para su salud mental están relacionados con no contar con alternativas y recursos como horarios y rutinas establecidas y ver reducidos sus espacios de socialización. Con relación a la educación, las clases virtuales y la falta de acceso a internet son sus principales desafíos.
La pandemia, según el estudio, también ha impactado en la calidad de la comida, en algunos casos por falta de recursos, adolescentes y mujeres jóvenes dejaron de comer carne y otros alimentos ricos en proteínas o tuvieron que reducir las porciones para asegurar que los menores pudieran alimentarse.
Así mismo, pusieron en evidencia las barreras en el acceso a servicios de salud y salud sexual y reproductiva, al percibir que las instituciones prestadoras han limitado la atención a urgencias, afectando la prestación de consultas para especialidades como la ginecología y la endocrinología.
“Este es un momento crucial a nivel mundial. La pandemia ha tenido y seguirá teniendo impactos en distintos niveles, sobre todo en la población más joven que se enfrenta a un futuro cercano lleno de incertidumbre. Este estudio, además de hacer un acercamiento a la problemática, avanza en sugerir rutas de acción basadas en las experiencias vividas por las mujeres y los hombres entrevistados para hacer frente a las consecuencias, a corto y largo plazo, del estigma y la discriminación, la violencia contra la mujer y las repercusiones socioeconómicas en las poblaciones vulnerables”, explicó Marta Royo, Directora Ejecutiva de Profamilia, entidad que lideró el estudio financiado por la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño de la Organización Mundial de la Salud.
Prácticas resilientes
El estudio dedica un capítulo entero a describir las prácticas que durante la cuarentena han implementado adolescentes y mujeres jóvenes con el fin de superar los desafíos relacionados con entre otros salud mental, educación, seguridad alimentaria, salud sexual y reproductiva. Así, por ejemplo, se evidencia que entre las prácticas más comunes para responder a los retos que supone el cuidado de la salud mental, se han aplicado herramientas para ocupar el tiempo y mejorar su estado de ánimo como el diálogo, las actividades familiares y de ocio, así como las lúdicas y la participación en las tareas del cuidado del hogar.
Con respecto al desafío de poder acceder a alimentos debido a las limitaciones económicas y a la situación de desempleo, los jóvenes expresaron que, en muchos casos, familiares, personas conocidas o vecinos son quienes les han permitido garantizar su seguridad alimentaria. Por su parte, las personas indígenas consultadas mencionaron que cultivar huertas y entregar semillas han sido prácticas exitosas para atender las necesidades de alimentación no sólo individuales sino también comunitarias.
Por su parte, el uso de recursos tradicionales de la educación a distancia como las llamadas telefónicas, el uso de cartillas y materiales impresos, así como el acompañamiento de madres, padres y cuidadores, además del aprovechamiento de las nuevas tecnologías que estén a su alcance, han hecho parte de las estrategias para garantizar las dinámicas educativas.
Con respecto a la problemática de salud, los jóvenes consultados afirman haber implementado estrategias asociadas al autocuidado y al uso de elementos de bioseguridad. También, refirieron el uso de la telemedicina, así como el apoyo de grupos o redes establecidas entre pares.
Finalmente, el estudio que representa las voces de los jóvenes, recoge y plantea recomendaciones y líneas de acción de cara a las autoridades nacionales y locales con el fin de contribuir al desarrollo de estrategia eficaces ante sus necesidades específicas entre las que se destacan: la ampliación y diversificación tecnológica de los canales de atención y consulta a toda la población teniendo en cuenta las necesidades de los jóvenes; considerar el internet como un servicio público y, aumentar las transferencias monetarias y en especie a la población más vulnerable