Cerca de 25 armas entre corto punzantes y una de fuego fueron entregadas por los habitantes de la calle 13 del municipio de Palermo, en un gesto de paz, reconciliación y reinserción a la sociedad. El pacto por la paz fue firmado y a partir de ahora se inicia una nueva etapa en la vida de sus protagonistas y de los palermunos en común.
Un desfile que desde el centro del poblado se extendió hasta la calle 13 para celebrar el hecho y una santa eucaristía, fueron los abrebocas para el inicio de una jornada en la que niños, jóvenes y adultos dijeron “No” a la violencia. Desde el interior de sus calles los habitantes del sector pidieron perdón por sus actos y esperan que la población les brinde la oportunidad que un día no tuvieron y que los obligó a recurrir a cometer actos delictivos.
“Queremos que los palermunos no nos discriminen, perdimos perdón por nuestros actos y esperamos que nos permitan gozar de una mejor calidad de vida. A gritos pedimos empleo, estudio, vivienda, capacitación y brigadas de salud y culturales con las que podamos sentir que somos útiles a la sociedad”, manifestó una representante de la comunidad.
A su turno el alcalde de Palermo, Víctor Polanía, hizo un llamado a no perder el rumbo propuesto y a luchar por los ideales de paz. “En esto se necesitan dos actores el que ofrece el pacto y el que lo recibe con amor. Aquí debe haber un trabajo institucional y no solo quedarnos en un acto más, pero éstos compromisos no deben ser sujetos o productos del miedo; aquí debemos darle una verdadero oportunidad a los ciudadanos”, expresó el burgomaestre.
Ahora, la calle 13 se viste de gala, sus calles ya no son las mismas de antes, el espacio fue embellecido, los niños juegan, se divierten. Desde cada hogar se veía un gesto de alegría, todos se pusieron la pinta dominguera y acudieron al llamado por la paz.
Quizá el número de armas no represente mayor impacto para algunos, pero sí el mayor gesto de voluntad de los protagonistas para con su pueblo. Quienes estuvieron presentes de seguro nunca borrarán de sus mentes la imagen de ciudadanos motivados y comprometidos a hacerle frente a la paz, a los niños que en un acto simbólico entregaron sus “caucheras” y con enorme sonrisa la cambiaron por un juguete.
Cada 11 de febrero será recordado en Palermo como el primer paso que se diera a la paz y reconciliación local. El camino apenas comienza y aunque no es la solución total a la violencia al menos es un paso gigantesco para su consecución.