La Organización de las Naciones Unidas declaró el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas, en honor al nacimiento de Anton Jansǎ, reconocido como el padre de la apicultura. Esta fecha no solo celebra a la icónica abeja de la miel, Apis mellifera, sino que también resalta la importancia de todas las especies de abejas en la preservación de los ecosistemas.
En el mundo existen más de 20.000 especies de abejas y en Colombia se estima que hay más de 1.000. Entre las más destacadas en la agricultura se encuentran la abeja de la miel y las abejorras. Mientras que la abeja de la miel desempeña un papel importante como principal polinizador en una amplia variedad de cultivos, las abejorras son indispensables en invernaderos, especialmente en América del Norte y Europa.
Para Andre J. Riveros, investigador y profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, “en Colombia la polinización dirigida está aún en desarrollo, con predominio de especies como las abejas africanizadas y sin aguijón, fundamentales en la producción de polen y miel. Datos del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural revelan que en el país hay alrededor de 3.000 apicultores, manejando más de 120.000 colmenas y contribuyendo a una producción anual cercana a las 4.000 toneladas de miel”.
Además, tanto la abeja de la miel como varias especies sin aguijón, como las angelitas, son esenciales en la producción de miel, polen y cera, indicó el investigador experto en apicultura.
Según las Naciones Unidas, se estima que para el 2030 más de 600 millones de personas en todo el mundo enfrentarán el hambre, lo que resalta el desafío de lograr el objetivo de hambre cero. En este contexto, la protección de las abejas desempeña un papel crucial en la polinización de una amplia variedad de cultivos, que van desde frutas como mango, lulo y kiwi, hasta alimentos básicos como café y tomate. Sin embargo, a pesar de su importancia, las poblaciones de abejas enfrentan desafíos significativos, como enfermedades y la exposición a plaguicidas.
Protección del hábitat de las abejas
Las pérdidas anuales de colmenas, que superan el 30 % en muchos países, representan una amenaza para la seguridad alimentaria y económica global, con pérdidas que ascienden a más de 30 mil millones de dólares. La exposición a plaguicidas, especialmente a neuropesticidas como el fipronil y el imidacloprid, afecta gravemente el comportamiento y la supervivencia de las abejas, provocando una preocupante disminución en sus poblaciones, explicó el profesor.
Aunque algunos países han implementado medidas regulatorias para restringir el uso de ciertos plaguicidas, como los neonicotinoides, en Colombia se requieren mayores esfuerzos regulatorios y una comprensión más profunda de los efectos de los plaguicidas en los polinizadores, agregó. Desde la Universidad se ha contribuido a enfrentar este problema mediante investigaciones enfocadas en la nutrición. A través de suplementos nutracéuticos, se ha logrado proteger a las abejas contra los efectos subletales producidos por la exposición a plaguicidas, con diversos mecanismos de acción.
El profesor Riveros destaca que «nuestros suplementos contrarrestan los efectos de plaguicidas como el fipronil, el imidacloprid y la deltametrina. Sin embargo, esta solución aún está limitada a las especies manejadas, que pueden ser directamente suplementadas». Estas iniciativas son un avance positivo, sin embargo, se requiere una acción coordinada que integre estrategias regulatorias con medidas de protección del hábitat de las abejas y una investigación constante para asegurar la supervivencia de estos cruciales polinizadores. Es fundamental que las regulaciones no estimulen la creación de nuevos plaguicidas, sino que impulsen prácticas agrícolas sostenibles que protejan a las abejas y promuevan la seguridad alimentaria a largo plazo.
El Día Mundial de las Abejas es motivo para recordar la importancia de estos incansables polinizadores, renovar el compromiso de protegerlos y preservar la vitalidad de los ecosistemas y sistemas agrícolas.