“Nunca es tarde para levantarse y seguir luchando”

“Nunca es tarde para levantarse y seguir luchando”

La dramática historia de vida de Rubén Darío en el mundo de las drogas alucinógenas, la época de indigencia, los golpes del amor y la oportunidad de salir adelantar y superarse, están aquí en este trabajo periodístico de Daniel Calderón Lozano.

Daniel Calderón Lozano
Especial NOTICIAS AL SUR
Como todos los días, a las 5:30 de la mañana está despierto y en sus cinco sentidos para iniciar la rutina. Rubén Darío, un hombre de 30 años, quien desconoce el lugar de su nacimiento ya que su madre y padre no se hicieron cargo de él cuándo tan solo era un niño. Encontró hogar al lado de una tía que lo acogió y le dio la educación que hasta ahora no olvida.
Sin embargo, él siente un vacío en su corazón producido por la ausencia de sus padres en su etapa de crecimiento, motivo para sumergirse en el mundo de las drogas. Rubén Darío es un hombre que ha pasado por muchas adversidades en su vida producto del consumo de sustancias psicoactivas y esta es su historia.
Inició a los 14 años a consumir sustancias alucinógenas como la cocaína, el bazuco e incluso heroína. En los años 90s cursó pre-escolar y primaria. En la secundaria era muy inteligente pero su indisciplina y adicción lo llevaban a consumir. Se graduó en el 2000 y posteriormente ingresó a la universidad.
Con su grupo de amigos del barrio tenían como pasatiempo hacer caucheras, subirse a los árboles, jugar el famoso Tin-Tin / Corre- Corre y todo lo que un niño puede inventarse para divertirse. Su tía no estaba de acuerdocon la amistad de aquellos niños del barrio y le recalcaba que eran un “Mal camino”, que debía conseguir amigos que se vistieran bien, que tuvieran padres de renombre, en fin. Empezó a salir con estos chicos y esto sucedió:
RubénDarío: “Los hijos de papi y mami son personas más desordenadas, yo empecé a salir con ellos y metían perico, heroína e incluso éxtasis que en ese tiempo era lo más alto”.
Desde ese momento Rubén se aferró a ese mundo y comenzó a tomarle un ‘gusto’ a la heroína y al perico. De ahí en adelante todo era fiesta, alcohol y drogas. Luego fue ascendiendo de puesto hasta llegar a Expendedor.
Comenzó con 2 personas más y eran los expendedores y ‘dueños’ del territorio del barrio El Altico de Neiva. Tomaron fama y su producción aumentaba. Rubén se marchó del hogar de su tía y se independizó. Dice que aproximadamente su producido libre era de $400 mil solamente entre viernes y sábado. Hace 8 años.
De un momento a otro, comenzaron allanamientos e investigaciones y a Rubén le tocó esconderse por un tiempo y cuidarse sobre esos procesos.
RubénDarío: “A mí nunca me gustó la marihuana, el perico y la heroína si”.

“Amor y otros demonios”
Como toda persona merecía su oportunidad en el amor, conoció una joven y al poco tiempo quedó embaraza. Todo marchaba bien para la vida de Rubén, que era feliz con su esposa e hija. En un revuelo de conciencia lo hizo cambiar y alejarse del mundo de la drogadicción durante mucho tiempo, ya que solo se ocupaba de estudiar, trabajar y estar pendiente de lo que ellas necesitaran. Pero tiempo después ocurrió un hecho que lo marcó de por vida.
RubénDarío: Yo quería ser alguien, ser un profesional y aunque me tocaba duro yo iba saliendo de la universidad a las 7pm después del trabajo, pero llegó un día miércoles me acuerdo tanto. 4 años tenía mi hija. -Salí yo de un parcial muy a las 8pm y contento porque iba a compartir 2 o 3 horas más con mi hija-. -Llegué a la casa y escuché ruido y dije: -La mujer está escuchando música-. Abro la puesto y no miro a nadie, me voy para la habitación y para mí fue un golpe tan duro pero tan duro ver a la mamá de mi hija con otro hombre teniendo sexo en la misma cama, mi propia casa, en ese momento a mí el mundo se me cayó-. -En ese momento se me vino a la cabeza matarlos a los 2-. -Como dicen al lado izquierdo el diablo, al lado derecho el angelito que me dijo lo siguiente y esas palabras nunca se me van a olvidar a mí: “Usted va a matar la mamá de su hija, usted en la cárcel y la mamá muerta. Que problemas va a tener, psicológica y moralmente”-. Yo simplemente di la vuelta y dije: -Perdón, interrumpo-. Yo no sabía qué hacer, si quitarme la vida o no sé.
Duró 15 días ingiriendo bebidas alcohólicas, drogas y lo despidieron, se gastó toda su liquidación. Se le fue al limbo la vida. Frecuentaba burdeles y en una ocasión estaba con una mujer en la habitación y sacó del bolso algo y se lo dio a probar, era el famoso bazuco. Cuando tenía 21 años fue cuando conoció la indigencia, su mente y cuerpo estaban totalmente dependientes y sumergidos en la drogadicción que comenzó a robar en la calle, en las casas, no le dolió agarrar un cuchillo y agredir a una persona, a su propia madre le sacaba las ollas de la casa y a su hermano le vendía la ropa.
Dos años estuvo realizando actividades de la indigencia, el reciclaje, comer de las basuras, no tener zapatos ni ropa, no bañarse, no afeitarse, no cortarse el pelo, robar, inmerso en un mundo totalmente diferente al que conoció de niño.
En muchas ocasiones acudió a la Alcaldía por una beca que le subsidiara un centro de rehabilitación y en su primer intento fue golpeado por agentes de la Policía, permaneció 2 días en el calabozo. Volvió a intentarlo hasta que le dieron la oportunidad con única condición de que una persona se hiciera cargo de él, y casualmente ese día se encontró a una prima que lo ayudó. Estuvo internado 10 meses en hogares Claret- Primavera. Tuvo relaciones sentimentales con una interna de una familia conocida por su empresa arrocera en el municipio de Campoalegre y eso fue motivo para su expulsión.

Golpes a la voluntad de superación
Pese a su salida del Centro de rehabilitación, su voluntad lo llevaba a continuar el proceso de rehabilitación desde su casa. Rubén salía a tempranas horas de la noche, al igual que no ingería bebidas alcohólicas, ni ningún tipo de droga en su compromiso por no decaer.
Esto no duraría mucho y nuevamente el amor le jugó una mala pasada. Rubén tenía una relación con una joven del barrio pero un día mientras caminaba a la tienda la encontró infraganti besándose con otro hombre. Enterarse lo derrumbó de nuevo.
RubénDarío: Tengo poca fuerza de voluntad, volví de nuevo a la indigencia. Salía 3 o 4 días a la calle y volvió dos a la casa para comer, salía gordo y me iba otra vez. Era una monotonía, un día me fui a pagar servicio.
Mientras realizaba el curso de soldado profesional, conoció una mujer. Eran felices y las cosas pintaban de maravilla, tanto que se casarían en unos meses. La vida le fue injusta en el amor, como aquel niño que salta y salta para ver si alcanza el techo pero nunca puede.Le fallaron en el amor por tercera vez y de la misma forma, infidelidad. Recae el otro mundo.
RubénDarío: Mi mamá me dijo que si yo quería seguir en mi vicio que trabajara y que yo mismo me lo comprara.
Rubén tiene 30 años y es triste ver como su vida se ha pasado frente a una pipa, debajo de un puente, comiendo basura. La vida le tiene otra oportunidad y después de tres recaídas en la drogadicción de forma deplorable al igual que tres intentos de suicidio frustrados de forma divina como dice él:
RubénDarío: -Intenté ahorcarme y se rompió la cuerda.
-Me tomé un veneno y solo me intoxique.
-Me quería tirar de un puente pero aunque intentaba había alguien que me detenía, como una voz interior.
Hoy en día lleva 5 años trabajando en su barrio, retomando la confianza de sus habitantes y demostrando que sí puede cambiar, que se merece aquella oportunidad que llorando fue a pedir al edificio de la alcaldía hace años.
RubénDarío: Yo ya no siento gusto por las drogas.
Es un ciudadano como cualquier otro que quiere salir adelante, luchar por sus sueños, cambiar el mundo desde las cosas pequeñas como sacar un trapiche, entrar un horno, barrer un piso o simplemente brindar un saludo. Son personas que permanecen en la retina de las personas por su personalidad, su nobleza, su humildad, su carisma y Rubén emana todas esas cualidades y virtudes.

Otra oportunidad
Es un ser humano como todos y se equivocó muchas veces en su vida, como el mismo dice:
Rubén Darío:-No importan las excusas, porque yo reconozco que es mi culpa, pero también hoy en día me merezco otra oportunidad. Yo me siento solo, yo quisiera estar con alguien. Estar con mi mamá, preguntarle porque me hizo eso cuando era pequeño, tengo un mundo de preguntas que mi mamá siempre evade, yo entonces me siento solo. Yo no siento que ella sea mi mamá.
Yo me encierro tanto en la soledad, que me deprimo y lloro. Para mí la voluntad lo es todo, porque yo sé que si le colaboro a alguien, alguien le va a dar algo a uno así sea unas gracias. Me monto en esa cinta como digo yo, porque mi hija está creciendo y yo quiero reponerme. Cuando la veo se me olvida todo, yo quiero considerarme padre, quiero compartir tiempo con ella. Yo le pido mucho a Dios y le digo que me ayude a salir definitivamente de todo, y lloro de la impotencia de no saber qué hacer.
Yo tengo mis 5 sentidos, me siento una persona capacitada. Yo podría hablar con una persona de la clase media, alta, baja, se llegar a la gente, se interactuar, pienso. Entonces las personas le dicen a uno, pero usted no parece ser un indigente. Yo me di una última oportunidad, porque la vida es muy bonita, y me arrepiento mucho el día que me metí esa “maricadita” en la boca.
Sé que el de arriba me tiene mi segunda oportunidad. El cree en mí, como yo lo hago. Yo quiero en un futuro enseñarle a los peladitos, a los niños porque yo conozco todo ese mundo. Invitarlos a crear una conciencia, ese es mi proyecto de mi vida. Yo quiero que la gente me mire en unos años y diga que soy un ejemplo del barrio, como dicen por ahí nunca es tarde para empezar”.