Son armas letales que atentan contra la integridad de población campesina y Fuerza Pública; utilizadas para amputar y generar daños físicos y psicológicos, las minas antipersonal prohibidas en los protocolos de las normas del Derecho Internacional Humanitario siguen cobrado víctimas y generando graves daños al medio ambiente.
En el Huila en los últimos tres años, el uso de estas armas ilegales de guerra ha ocasionado heridas graves y amputación a ocho integrantes del Ejército Nacional, es por ello que al conmemorarse el Día Internacional para la Sensibilización contra las Minas Antipersonal, los soldados de la Novena Brigada, decidieron, a través de un simulacro, mostrarle al pueblo opita porque es importante remangarse y rechazar el uso indiscriminado de estas trampas mortales.
La actividad se concentró en el Parque Santander de la ciudad de Neiva; allí las tropas simularon caer víctimas de un campo minado; tras el fuerte estallido los asistentes pudieron observar el rostro de un soldado al descubrir que pierde una de sus extremidades, el afán de sus compañeros por mantenerlo a salvo y la fortaleza de los hombres que en el campo de combate mantienen intacto su deseo de continuar luchando por el bienestar de los huilenses.
Fue así como durante la jornada, los opitas demostraron su rechazo a esta práctica criminal y su apoyo moral a las víctimas – tanto militares como civiles – a través del simbólico y significativo acto de remangarse una bota del pantalón o de la camisa, gesto que año tras año ha ido ganando más adeptos.
Cifras y costos
Entre el 2013 y 2015 los Equipos de Explosivos y Demoliciones – EXDE -, de la Novena Brigada, han ubicado y destruido de manera controlada un total de 552 artefactos en zona rural de municipios como Baraya, Algeciras, Isnos y Neiva; labor que han logrado gracias al empleo del binomio canino, detector de metales, pera y cuerda, inhibidores de señal, robot y la pericia propia del soldado colombiano.
Y es que los grupos al margen de la ley en su afán por contrarrestar las operaciones militares, han recurrido al empleo de artefactos explosivos improvisados, siendo el más común la mina antipersonal; arma mortal cuyo valor de fabricación oscilaría entre los 5.000 y 10.000 pesos y cuya duración puede ser de hasta 20 años, después de enterrada.
Remover una de estas trampas mortales requiere tiempo, empleo de equipos y del riesgo del recurso humano, soldados quienes al trabajar en la neutralización de una mina se enfrentan a la amenaza que representa la manipulación de estas armas de manufactura hechiza.
Una víctima por mina antipersonal, si es un herido, su proceso de atención y recuperación cuesta alrededor de 650 millones de pesos, lo que incluye hospitalización, prótesis, terapia y acompañamiento sicológico para la víctima y su familia. Sin embargo, más allá del valor monetario, está el dolor que representa para las familias y el país el ver mutilados los sueños de sus héroes.
En el Huila la campaña de sensibilización y el trabajo para neutralizar estas trampas mortales continúa día a día, así como la labor de recuperación con las víctimas a quienes se les brinda todo el apoyo médico y psicológico.