Alvaro Ladino
Con preocupación e indignación recibimos la noticia de la quema intencionada con ácido a la humanidad de ANDREA DAYANA, el primer caso de esta naturaleza en Neiva y con el agravante de ser hacia una menor de edad.Rogamos que sea el único y el último. Este lamentable suceso, se dio de forma paralela a la aprobación de la Ley «PONCE DE LEÓN», considerada como un logro, que supone, marcará un aumento en la penalidad y una tendencia en la disminución de actos tan aberrantes en el país.
Y es que los indicadores de discriminación por causa de género en nuestro departamento son dramáticos si consideramos que los asesinatos de mujeres a manos de hombres (compañeros sentimentales y ex-parejas) ascendieron a 13 en 2015, es decir,un promedio levemente superior de uno al mes. Tales hechos se configuran en la punta del iceberg, el resultado de la realidad de hoy sobre violencia doméstica y en las calles. Las mujeres víctimas de asesinato por lo regular previamente han sido afectadas por otras opresiones: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, que se ajustan al contexto de una cultura que ve a las féminas como objetos de consumo o propiedad, un verdadero caldo de cultivo al machismo, un pretexto que equivocadamente ha normalizado y facilitado la ocurrencia sistemática de estos crímenes. Detrás está la construcción social, histórica y política que ha otorgado privilegios y beneficios de manera patriarcal,reproduciendo valores, referencias y ejercicios de poder,principalmente contra ellas.
Pero no basta solo conocer sobre los 13 cobardes que acabaron con la vida de igual número de mujeres el año pasado en el Huila, o a los mil que en promedio violentan el cuerpo de sus cónyuges cada año en Colombia, ¡hay que actuar!Para los varones, el reto es movernos en procesos que nos comprometan a ejercicios de autocuestionamiento y reflexión sobre nuestras propias actitudes y comportamientos, en la búsqueda y el ejercicio de masculinidades no agresivas, sensibles y equitativas. Igualmente,hacer parte de las dinámicas organizativas de ciudad que hoy se pronuncian y condenan los feminicidios y las agresiones contra las mujeres, como lo han venido haciendo la Confluencia de Mujeres del Huila, la Corporación Casa de la Memoria, el Colectivo Prisma, entre muchas otras.El llamado es a vincularnos desde nuestra orilla,a las exigencias que el movimiento de género y diversidad sexual vienen haciendo, para que las mujeres-incluidas las mujeres tránsgenero- sientan que se hacen respetar y valer sus derechos. Es así como apresta la necesidad de convocar y fortalecer las estructuras que trabajen teniendo en cuenta el enfoque de una hombría distinta, que rompa estereotipos. Estamos trabajando en este fin.
A las autoridades pertinentes,reclamamos se dé justicia, empezando con la pronta captura de los culpables del ataque contra ANDREA DAYANA, que la institucionalidad funcione,que aumente la capacidad de prevenir actos similares en el futuro, que se brinde protección y atención adecuada según lo plantea la Ley 1257 de 2008 y sus decretos reglamentarios.Nos solidarizamos con quienes son revictimizadas en los métodos de atención, desconociendo los protocolos que hoy ya existen, como quedó demostrado en la capital opita para personas quemadas con ácido.Los hombres buscamos sensibilizar y rechazamos enfáticamente las acciones deplorables de otros hombres, por una sociedad libre de violencias.
(Adaptado del texto original suministrado por Raúl Andrés Herrera Suaza, vocero del colectivo Nuevas Masculinidades Huila y Hombres Nuevos Neiva.).